Había una vez un zoo en el que vivía una manada de tigres. los tigres se pasaban todo el día rugiendo y asustando a los visitantes. Daban tanto miedo que nadie se acercaba ni siquiera a la barrera de seguridad que separaba la jaula de los visitantes.
Pero un día un niño decidió acercarse, todos los tigres empezaron a rugir excepto uno, uno se acercó al niño y se sentó a su lado. El niño a continuación empezó a hablar con el
(Niño) -¡Hola! Me llamo Dani, ¿Porqué estas enfadados?¿Siempre os comportáis así?
(Tigre) -Hola Dani, no estamos enfadados, lo que nos pasa es que estamos tristes, porque no nos dejan jugar con otros animales porque dicen que somos peligrosos, pero nosotros no queremos hacerles daño, solo queremos jugar.
(Niño) -¡Ala! me parece fatal. ¿Puedo hacer algo para ayudaros?
(Tigre) - Si tú pudieras hablar con el dueño del zoo y decírselo para que nos haga caso nos ayudarías mucho.
(Niño) - ¡Claro! lo haré, pero no estes triste que yo puedo ser tu amigo y podemos jugar. Mira te voy a enseñar un trabalenguas a ver si te gusta: Tres tristes tigres comen trigo en un trigal.
(Tigre) - Me encanta, se lo voy a enseñar a mi manada. Yo te puedo enseñar unos versos que he escrito con mi manada sobre los elefantes:
Érase un elefante arrogante con una trompa elegante que siempre lucia contoneante Érase un elefante garboso sus dos grandes orejotas le daban un aire gracioso como era muy refinado espantaba las moscas moviendo de lado a lado su rabito acicalado.
(Niño) - Me ha encantado, cuando vaya a clase se lo enseñaré a mis amigos, yo te voy a enseñar otro trabalenguas antes de irme: La araña con maña amaña la laña. La araña con maña teje la telaraña.
A continuación se despidieron porque el niño se tenía que ir, pero antes de irse se fue a hablar con el dueño del zoo y le convenció para que dejara a los tigres jugar con los demás animales. Y los tigres dejaron de estar tristes y empezaron a divertirse con los visitantes y con los animales.
